El secreto cátaro
El aroma fue tan intenso que dificilmente podría olvidarlo. Incluso el aire templado que parecía cubrir de luz cegadora todo a mi alrededor, resultaba parte imprescindible de aquella composición armónica. Aún ahora, cada vez que cierro los ojos, vuelvo a estar ahí arriba. Revivo nuestro paso por aquellas geografías ciclópeas, tan horizontales, plagadas de gargantas y desfiladeros, en los que la única luz que se abría a nuestra vista era la del brillo ocasional de los rápidos arroyos que descienden galopando entre cantos y árboles cubiertos de musgo por los profundos cauces de aquellos abismos. Cualquier pensamiento, por mínimo que fuera, es seguro que se vería obligado a buscar el modo de alcanzar aquél cielo tan lejano, como si se tratara del humo de un hogar saliendo por la chimenea... Cada vez que cierro los ojos viene a mi el sabor fuerte de esa botella de Calvados que casi al completo nos bebimos en "La patate qui fume" con el inglés trasplantado desde hace años a aquél