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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Comic 4 Xmas

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Aquella mañana, mientras descansábamos en una estación de servicio, entreteníamos nuestra atención en la fina e imperceptible lluvia que caía ahí fuera, al otro lado del cristal. La noche nos sale al camino. Ahora me entretengo con el paso de algún que otro vehículo, o con la luz de las farola que bordean estas solitarias carreteras. Dos pastillas y un café. La vesícula y el sopor. Recuerdo aquella mañana entre los viñedos de Lussac, en una encrucijada que casi de manera obsesiva he frecuentado durante varios días y en las horas más diversas. Recuerdo aquella cabeza de piedra que nos observa eterna desde su canecillo. Es portadora de una edificante lección: desde aquí arriba que os veo, esto es lo que me producís. El paso del tiempo. Y el delicioso pan nuestro de cada día. Recuerdo haber vuelto a la torre de Michel Eyquem de Montaigne, como si de una peregrinación se tratara, buscando una vez más, igual que entre sus páginas, un poco de distancia con todo lo que me es tan cercano. Esta

Al fin del mundo

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Los que seguís este y mis anteriores cuadernos sabéis de los fuertes lazos de afecto y proximidad que me unen a Ignacio P., persona de la que ya he hablado en alguna ocasión anterior. Se que no es amigo de estas cosas, y que según esté repasando estas líneas con mirada censora estará moviendo la cabeza de izquierda a derecha diciendo - !Noo, noo, noo!-,  pues le disgusta que saquen su nombre a la luz y hablen de él en términos laudatorios. Va a tener que aguantarse y seguir leyendo, o apagar el ordenador y ocultarse bajo las sábanas de su cama, pues quien esto escribe piensa hacer algo que él mismo hubiera hecho si no fuera tan retraído y enemigo de la pompa y el festín. Me refiero a hablar de su nuevo libro, segundo o tercero según se mire, que lleva el sugerente título de "Al fin del mundo" . Como viene siendo costumbre en su autor, esta obra no tiene absolutamente nada que ver con las anteriores: es quizá más fresca, espontánea, colorida y llena de vida. No se trata de nin

Desorientados

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Recordábamos hace un par de días en Potes, Cantabria, la costumbre que se tenía al construir los templos de alinearlos en un eje este-oeste, encarando las cabeceras hacia oriente, al punto donde nace el sol. De algo relacionado con esto se supone que procede la palabra “orientar”. Hay quien dice que lo de las referencias que tomaban los maestros canteros para formar el eje, se hacía conforme al punto por dónde salía el sol el día que se celebrara la fiesta del santo a quién se iba a dedicar el templo. Esto, pensamos, podría explicar las diferentes orientaciones de las cabeceras, pero dudamos que fuera cierto. Casi la misma conversación, conclusión incluída, la tuvimos en Portomarín, haciendo el Camino de Santiago, cuando nos encontramos con la “desorientada”  iglesia de San Nicolás. Recorrimos los muros exteriores de la parroquia de San Vicente de Potes en busca de algún canecillo, grafito, marca de cantero o cualquier otro tipo de labra que valiera la pena. Nada. Simplemente una viej