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Mostrando entradas de febrero, 2012

Un mendigo en Toledo

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Preparando mi próxima visita a Toledo, saqué de las entrañas de mi biblioteca una interesante guía de la que conservaba un buen recuerdo de mi anterior estancia allá por el año 94. Más que guía, es un grueso volumen editado por aquellos mismos años, en el que se cuenta -a mi parecer- con gran lujo de detalles historias y anécdotas de todo lo que existe en aquella ciudad, desde en el más recóndito de los rincones, hasta en la mismísima plaza de Zocodover. Según tomé  el libro, fueron asomando de su interior viejas entradas de los museos de la ciudad, algún recorte de prensa, una pintoresca etiqueta de manzanilla de Cadiz -volvíamos de aquél lugar cuando paramos en Toledo-, y una antigua postal de la que no tenía memoria alguna hasta que la vi. Es esta misma, la que acompaña al texto, y recuerdo haberla comprado en una librería de viejo uno de aquellos días. Quien me conoce un poco sabe, o sospecha, de mi afición por las postales antiguas. Colecciono hasta el momento una moderada cantida

Bravos y brillantes

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Teníamos la costumbre de subir a sentarnos en el adarve del muro que rodeaba la huerta de los padres de Martín. Allá, dominando ese pequeño mundo con nuestra mirada, solíamos compartir a menudo unos cantimpalos crudos con algo de pan del día anterior. Chino  los había sustraído hábilmente de la cocina de su casa, en el mismo momento en que salía de ella como si fuera una de esas veloces corrientes de aire que peinaban los trigales. Sus padres regentaban la carnicería del pueblo, y eso garantizaba un suministro ilimitado de todo tipo de chorizos, jamones y otras viandas, siempre y cuando no fuera descubierto. Exceptuando al sonido del trigo cuando por fuerza del aire se inclina agitado a un lado y otro, nada más se oía desde aquél lugar. Ni siquiera a nosotros masticar aquellos manjares con la boca tan llena que no cabía más en ella. Nos mirábamos, asentíamos con la cabeza señalando a los chorizos y seguíamos disfrutando de ellos mientras nuestra atención se perdía a lo lejos, más allá

Os saludo rompiendo la pluma

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Encontraba el otro día en el blog de 1977voltios cierta reflexión que he querido hacer mía, dados los tiempos en los que vivimos, y la que en este momento está cayendo con el linchamiento mediático a los servidores de descargas como promotores de la piratería informática. Piratas. Incluso el sonido de éste término había ido adquiriendo un tono novelesco, romántico que ahora, de un plumazo han querido borrar ramoncines y otras criaturas de la misma jaula dorada. Tengo todavía un templado recuerdo de sus apariciones televisivas, recordándonos el modo en que había que entender aquello de la piratería como algo muy malo para todos nosotros. No hace falta que nos adoctrinen: sabemos de que hablamos y, para desgracia suya, somos capaces de diferenciar entre a quienes no les pesa robar y asesinar para lucrarse, y lo que representan los personajes del cine y la literatura de aventuras… A lo que iba. Hablando de piratas, todos conocemos a Emilio Salgari. Algunos de esos aventureros que poblará