¿Dónde está mi vaca?


Debía a mi compadre Anarkasis una entrada con este título, pues si en un principio era el que tenía pensado poner al cuaderno, los pudores de quien escribe hicieron que quedara como ahora se ve, dejando lo de la vaca en una anécdota que esbocé en la casa de mi amigo hace unas semanas.


¿Dónde está mi vaca?


Es lo que pensaba mientras bajaba corriendo bajo un aguacero veraniego la cuesta de Camembert en busca de mi coche, que había dejado aparcado a las afueras del pueblo. ¿Por qué?, es una historia muy larga, y si tienes la paciencia suficiente, sabrás de ella en las próximas líneas, aunque te advierto que es posible que al llegar al final pienses:


- Para este viaje no eran necesarias semejantes alforjas.


Es igual: tengo un poco de tiempo, así que allá voy.


Habiendo pasado antes por Pont L’Eveque y Livarot, uno esperaba que Camembert fuera también un pueblo crecido, con sus calles, tiendas, parques y demás… Pero no fue así, mon ami: nada más lejos de la realidad. El burgo de Camembert no llega casi ni a aldea, son cuatro casas a media ladera de una colina: el ayuntamiento, un museo, la tienda y una granja un poco más arriba – Beaumoncel-, donde se cuenta que todo empezó. Hechos los cálculos, poco  queda más allá de algún caserío disperso que pasa casi desapercibido para el visitante.


Se dice que allá por los años de la revolución muchos religiosos intentaron huir de Francia, al no querer jurar la constitución civil del clero. Entre ellos hubo un tal Charles-Jean Bonvoust, prior de Rouville, que pasó oculto unos meses en aquél pueblo en su huída a la costa. Fue acogido por Marie Harel, mujer de un empleado en la granja de Beaumoncel, y pasó casi todo el tiempo entre la cocina y un cuarto secreto al que se accedía por la enorme chimenea que había en la sala principal.


El tal Bonvost, viendo como Marie preparaba el queso, le enseño una receta “que él conocía”, sin precisar mucho más. El caso es que mezclando su propio método con  las indicaciones del prior, Marie dotó al queso fresco y blanco que se hacía hasta entonces de una costra protectora con un punto crujiente, además el sabor se volvía levemente más fuerte y salado.


Durante los años que siguieron, tanto en Camembert como en los pueblos más próximo el “fromage de Mme Harel” era muy conocido, pero apenas trascendió de unos kilómetros a la redonda hasta que entraron en escena las siguientes generaciones.


Si  la hija de la inventora, llamada también Marie, junto a su marido, un rico agricultor de nombre Thomas Paynel, introdujo el Camembert en el mercado de Caen; el nieto, Victor Paynel, lo hizo llegar a Paris cuando se abrió la línea ferrea que comunicaba con la capital. No contento con esto, aprovechó una visita de Napoleon III a Normandía para abordarle en la estación de Surdon e invitarle a que probara su queso. Et voila!, al emperador le gustó tanto que encargó que no faltara tan delicioso manjar en su mesa y, como es de imaginar, nobles y lacayos imitaron a su señor rápidamente.


A lo largo de los siguientes años, las diferentes familias de descendientes de Marie Harel –los Paynel, Serey, Jouanne, Morice, Lebret-, fueron transmitiéndose el secreto de fabricación del queso, y autoproclamándose únicos y verdaderos productores del Camembert, frente a los primeros “imitadores” que van apareciendo en el mercado. Esta armonía inicial terminará a finales del siglo XIX cuando comienza una verdadera competencia entre las dinastías rivales, de las que, si encuentro en ti lector la paciencia suficiente, hablaré en otra ocasión.


Cuando aquél día de agosto visité la granja museo de Camembert, verdadero paraíso del tirosemiofílico –no se trata de una enfermedad, sino de la afición a coleccionar etiquetas de queso-, di con un cartel que decía algo así como que en Francia hay una vaca por cada tres habitantes, me dije ¿y si me hago francés?... mi familia y yo somos tres… ¿me darán una vaca? ¿una de éstas?, y a punto estuve de acercarme por el ayuntamiento para informarme de cómo se hace uno de allá y reclamar mi vaca. Pero quiso el destino que se pusiera a llover y tuve que salir corriendo en busca del coche que había quedado a las afueras del pueblo, dejando mis sueños y especulaciones para otra ocasión.


Comentarios

  1. ¿Tirosemiofílico? Caramba que palabra, no tenía idea. ¿Y para qué una vaca con todo lo que debe de comer y el pestuzo que da? Mejor así, sin vaca pero pudiendo comprar sus artículos. Aquí al norte de donde trabajo hay unos establos y cuando el viento hiede a bosta sabemos que es norteño, helador y que atraviesa la referida granja. Pese a esta anécdota o menudencia me gusta todo el queso y disfruto muchísimo el Camembert, lo he tomado muchas veces en el desayuno con un poco de pan, lo que no sé es hasta que punto el que tomo es fiel a la receta original.

    En cualquier caso, un verdadero placer leerte de nuevo, amigo.

    Por cierto, tu niño cumplira años en breve, a inicios del año que viene, debe estar graciosísimo con su lengua de trapo, conociendo los idiomas y asignando palabras a los objetos.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Fue allá donde conocí la palabra en cuestión. La verdad es que se las trae hasta para pronunciarla, pero hace alusión a una afición muy interesante. He estado buscando por la red asociaciones dedicadas a ello, y hay colecciones increibles...

    Pronto cumple los años el peque, le queda algo más de un mes y está hecho un charlatán. !Que voy a decir!: que da gusto.

    Por cierto, estuve buscando si mi amigo Goathemala había abierto algún nuevo cuaderno por ahí, pero no he dado contigo. ¿has abandonado la blogesfera?

    Tenme al tanto, por favor.

    Salud

    ResponderEliminar
  3. - Je veux de celui lá
    Verás la cara que me van a poner los familiares gabachos de uno de mis amantes la próxima vez que los visite.
    De ahora en adelante voy a poner mucha atención en las etiquetas que nos va a mostrar.
    además del enredo al que voy a asistir, nos va a recrear como hoy seguro, con anécdotas muy muy sabrosas

    ResponderEliminar
  4. No estoy de acuerdo, decía una señora que conocí que : el olor a boñiga (de vaca) no ofende. Yo lo comparto, en el norte rural la vaca es casi de la familia -véase "Adios Cordera" que todavía levanta lágrimas en casa. Recuerdo también el olor dulce de las cuadras en las viejas casas de labranza que se conservan años después de haber perdido su función. Y no sigo con los símiles, más que magdalena, parece ensaimada.
    Efectivamente va a hacer años, recuerdo aquel día de nevada....

    ResponderEliminar
  5. Pues para empezar, les diga que el queso lo quiere con su AOC bien a la vista, que eso es ya cierta garantía. Si es con leche cruda, mejor que mejor. Pero sobre todo, que sea un queso de la tierra que, Camemberts aparte, los hay muy buenos en casi todas las regiones. Mis favoritos, como ya habrá podido intuir, son los de vaca: desde el Pont L'Eveque, el Neufchatel, hasta el Reblochon, en la o tra punta del país, o el Comte.

    Espero contarles, en la próxima o más adelante, cosas de las familias queseras de la región, que estuve curioseando sobre el tema.

    Salud

    ResponderEliminar
  6. !Magdalena!, curiosamente, y del mismo viaje, tengo guardada en la recámara una historia relacionada con aquella que hizo famosa Proust y que, por lo menos en mi caso, ha supuesto un cambio en la imagen que tenía de aquella visión. Espero poder contarla pronto.

    Y siguiendo con los recuerdos, ese olor me trae a mi la imagen de tiempos muy pasados, de vivencias en una casa familiar en lo más profundo de estas tierras, en las que su presencia era casi constante y lejos de resultar desagradable, no era otra cosa que parte del ambiente de un lugar y un momento pasados, que recuerdo con mucho afecto.

    “Aquél día nevó como no lo había hecho desde hacía cosa de 30 ó 40 años...”, y seguirá siendo el más importante de mi vida.

    Es una gran alegría verte por aquí, querido amigo.

    Salud

    ResponderEliminar
  7. En casa somos cuatro, creo que me toca una vaca y un algunas gallinas o una oveja pequeña.

    Lo de "Adiós Cordera" fue una especie de puñalada que me dio mi mujer, menuda llorera.

    ResponderEliminar
  8. Hechos los oportunos exorcismos al martes y trece, te has hecho a la mar. En libertad. ¡La danza de las ilusiones continúa, a bordo de un velero!

    Mil gracias, Charles. Feliz travesía. Será un placer volver al mástil en que me encuentro.

    «Bienheureux les fêlés, car ils laisseront passer la lumière.»
    Michel Audiard

    ResponderEliminar
  9. Pues a lo menos a una vaca y una marmita si que deberías tener derecho para que cuadren las cuentas.
    Recuerdo haber vistp hasta una película de "Adios cordera" que, como siempre ocurre, queda más corta que lo leído.
    Salud

    ResponderEliminar
  10. !Buen día para salir a la mar, voto a brios!
    Gracias a tí, querida amiga, por detener tu vuelo en este lugar y dejar un nuevo testimonio de tu paso.
    !Hasta pronto!
    Salud

    ResponderEliminar
  11. Acabaré volviendo más pronto que tarde a algunos no nos callan ni debajo del agua.

    Es usted un pérfido,quién se resistía a meter un pequeño Camembert en la última comprar. Ya hemos dado buena cuenta del mismo y hoy, muy probablemente nos hagamos con un segundo. El queso en casa como que se evapora.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  12. Estimado Goathemala, paso a visitar su casa que veo abierta de nuevo.

    Celebro ser el culpable de tal “perfidia” y espero que la hayan disfrutado.

    Mucha salud

    ResponderEliminar
  13. Au sécour, help, aiuto..! Se necesita urgentemente persona o personilla (no importa edad, sexo o envergadura) para formar parte de unidad familiar escasilla de miembros... es que en casa solo somos dos y no es plan de ponerse a criar a estas alturas. ¡Quierooooo mi vaaaacaaaaa!
    Para mi uno de mis favoritos es el brie. Lo descubrí de verdad y un poco por casualidad en Fontainebleau. Supe que era justamente de allí y que existían tantas y tantas variedades distintas de un queso que creía conocer, que casi me vuelvo loca probando quesos durante dos horas... ¡Aquello fue una experiencia mística..! ¡Uhmmmm, todavía lo recuerdo!
    Confío en que la historia tenga continuación. Un abrazo a Vds. dos y un beso al piratuelo tan lleno de vida.

    ResponderEliminar
  14. Jajajaja no se preocupe usted, que haremos las gestiones necesarias para que les llegue su vaca !vaya que si!

    Supongo que habrá continuación, aunque mi inconstancia ya ha desviado mi atención por otros andaderos... De cualquier modo, quedan cosas por contar que no me gustaría dejarlas en el olvido.

    Espero que hayan disfrutado de lo lindo entre canales. Nos cuentan.

    Salud

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un día como el de hoy

Un mundo nuevo

La colina de Santa Bárbara