Si luz me ciega, ceguedad me guía
Leí de un festín dedicado a Jano que se exhibía alegre en una de las arquivoltas que adornan la portada de San Pedro de Echano, en el corazón de Navarra. La verdad es que lo leí hace ya algunos años, pero no fue hasta este fin de semana cuando me decidí a llevar conmigo compañera, pirata y un puñado de buenos amigos a plantarnos en aquél lugar, y ver con nuestros propios ojos cuanto de lo que en el texto se decía podíamos llegar a creer, imaginar y recrear en el silencio de aquel solitario paraje.
En una de las teorías, aquello no era si no la representación de un festín dado por algún señor del lugar -el patrón de aquél templo-, a sus mesnadas para celebrar algo parecido a una mezcla del fin de año con el carnaval, pues con enmascaramientos y disfraz celebraban aún por entonces el cambio de año, el tiempo de Jano -de ahí procede el nombre de "enero"-.
Esto podría explicar la presencia de una máscara entre Jano, el de las dos caras, y el que parecía el señor del lugar, con una pelambrera suelta y ondulada. No faltan muestras de alegría cachondeo por ningún lado: la mayor parte de ellos alzan las manos, con o sin una especie de castañuelas, y los hay que tocan el cuerno a discreción, sin parecer importarles el dejar sordo a su vecino. También se ve algún veterano exhibiendo con el mismo orgullo su espada y la única pierna que le queda, y a otros que parecen palmear la mesa. Vamos, un festín de los de entonces en toda regla.
Muy cerca de allí, esta vez en el corazón de un pueblo llamado Orisoain, entramos en la cripta de la Iglesia de San Martín. Es poco más que una pequeña cavidad subterránea, cubierta por una pequeña bóveda gallonada que se apoya en seis pequeñas columnas con sus capiteles. En ellos estaba el mayor encanto del lugar.
- Cuando encienda la vela -nos dijo el encargado de mostrar aquél tesoro- apagad la luz. Entonces podremos apreciar la mirada y los volúmenes de estos capiteles en la forma en que los concibieron.
Dicho y hecho. Como por arte de magia, esa luz eléctrica anodina y homogénea dio paso a una penumbra llena de sombras y volúmenes. Todo parecía cobrar entonces un significado nuevo: la concha, que fácilmente hubiera podido relacionarse con lo peregrino, no era otra cosa que el símbolo de la vida dentro de la muerte, y siguiendo el recorrido del arco que terminaba en aquél capitel, encontrábamos otro que unía dentro de un símbolo de infinito una semilla, el fruto y otra semilla, como sucesión interminable de los que es el ciclo de la existencia.
Durante un largo tiempo permanecimos ahí, envueltos en la luz de la vela, rodeados por el silencio de aquellas penumbras, divagando sobre el mensaje neoplatónico escondido en los capiteles: sobre la vida, la muerte y la eternidad.
Los pequeños permanecían observándonos en silencio, sentados en el suelo de aquella cripta. De vez en cuando pasaban sus dedos por las juntas de las losas que cubrían el suelo, y alzaban la mirada curiosos hacia la oscura bóveda que cubría nuestras cabezas.
Lo hubiera dado todo por convertir aquél momento en eterno...
Lo pasó bien, por eso le hubiera gustado alargarlo...,
ResponderEliminarRecuerdo que un conocido, igual le conoce, me decía que lo más divertido es el camino del descubrimiento, el andarlo.
Un saludo.
Andiluego: El pdf está currao, yo siempre me quedo con la sensación de que quizás pudiera haber otra interpretación, cada vez que leo algo sobre románico, y esta o aquella iglesia, pero es que eso va con la sangre mía, porque objetivamente tengo que reconocer que lo encaja bastante bien.
Coincido en todo con usted: en que lo pasé bien; en que, como dice ese amigo que tan bien me toca conocer, lo que importa y debe disfrutarse es el camino, pues es malo llevarse la esperanza de disfrute al final; y por último, en que a mi tambien me dice esa sangre curiosa y descreída que lo mismo puede ser que no...
ResponderEliminarDe eso último hablamos también en la penumbra de la cripta, y ante la única seguridad de que siempre permaneceremos en la incertidumbre, muchas veces opto por la via poética: en los asuntos en los que nada se me va, me quedo con la de mayor poder de evocación. Me quedo con ella aunque no crea ninguna. Creo ganar algo con ello.
Tengo una excusa para enviarle un correo, y es la de responder a lo que me pregunta en su cuaderno. Espero hacerlo antes del fin de semana.
Gracias por su visita y muchos saludos a su casa.
Salud para todos
Son instantes de magia, me viene a la cabeza un recuerdo gótico, en la catedral de León, al atardecer con alguien tocando el órgano. La sensación de hacerse muy muy pequeño fue insuperable. Ese día las Salamandritas aprendieron de qué iba el arte gótico.
ResponderEliminarY yo por estar con Vds. en aquellos momentos.
ResponderEliminarEn este sur árabe y renacentista, el románico nos resulta muy ajeno, como si no tuviera nada que ver con nosotros.
ResponderEliminarSin duda tuvo que ser un momento mágico. A uno le queda esa sensación de quedar muy pequeño dentro de aquellas inmensas bóvedas.
ResponderEliminarGracias por tu visita
No hubiera estado nada mal y hubiéramos disfrutado de una gran compañía... llevado una temporada silenciosa, ¿todo bien?
ResponderEliminarSalud doble
Pero hasta de lo ajeno se puede disfrutar. Me pasa a mí cuando visito el sur, el norte, el oeste o el este. Por cierto que se olvida de algo para mi muy importante allá en el sur: el barroco. Al barroco que tienen por ahí yo le ponía un piso.
ResponderEliminarSalud
Al renacimiento yo le pongo una catedral más que un piso....
ResponderEliminarNo es mala idea, pero manténgame lo Barroco que soy muy amigo de lo teatral. Por cierto que me ha recordado que tengo que aprender a usar eso del FLICKR. Supongo que no será demasiado complicado.
ResponderEliminarBuen fin de semana
Esa catedral tiene también su dosis de barroco dentro,como habrá visto en las fotos, y para teatral, la fachada al estilo de las puertas triunfales romanas. En cuanto a Flickr, poca ciencia hace falta para manejarlo: subir fotos, comentar... y poco más.
ResponderEliminarEn cierta forma escribirlo es eternizarlo como bien sabes. Me ha divertido recrear la visita con tus amigos y familia (y pirata). Aquello hubo de ser una cena pantagruélica como para erigir ese relieve en tal lugar, sin esos conocimientos hubiera pensado que era la más extraña recreación de la Santa Cena. Lo del símbolo de la semilla me ha subyugado por completo, me encantaría verlo. Orisoain? Debo ir. Ves la huella y la intriga que dejas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pues si algún día te acercas por Orisoain no dejes de avisarme. Yo no, pues estaba metido tanto en el momento que ni me acordé de fotografiarlo, pero si alguno de los que me acompañaron fotografiaron el símbolo de la semilla se la pediré y te la haré llegar.
ResponderEliminarComo siempre, es un placer verte por aquí.
Mucha salud
Comprendo muy bien el deseo de eternizar un instante... contemplando la eternidad y esos niños eternamente niños, cándidos, curiosos, atentos a algo que sin duda no comprendían. ¿No representarían ellos, en ese momento, a toda la humanidad, ignorante, curiosa, y sometida aún sin saberlo a esos ciclos vitales y eternos? Un abrazo muy fuerte, querido amigo.
ResponderEliminarEsa inocencia llena de curiosidad es una clara representación de lo que tu dices: un abrir lo ojos por primera vez, para enfrentarse al conocimiento de los mecanismos que rigen esa deriva vital y eterna en la que nacemos.
ResponderEliminarMe alegra mucho verte por aquí.
Mucha salud, querida amiga, y un fuerte abrazo.